Este refrán viene a decir: todas las personas tienen defectos y yo, probablemente, más que cualquiera.
Es una lección de humildad que nos recuerda la necesidad de no criticar a los demás, pues nosotros mismos cometemos muchas veces esas mismas faltas, o mucho más.
Es una lección de humildad que nos recuerda la necesidad de no criticar a los demás, pues nosotros mismos cometemos muchas veces esas mismas faltas, o mucho más.
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